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El síndrome del impostor es puro cuento

Muchas personas, a la hora de disponerse a escribir una historia, dicen sentirse víctimas del síndrome del impostor, que se caracteriza por una sensación de inseguridad constante que las conduce a no sentirse lo suficientemente competentes.

¿Te pasa? Siento ir contracorriente, pero es importante que sepas que eso, en la mayoría de los casos, es un verso. Una excusa más para no lanzar al mundo ese mensaje que te brota por los poros.

¿A qué me refiero? Decir “tengo miedo a que la gente se dé cuenta de que lo mío no vale” o “me siento insuficiente ante la página en blanco”, comparándome con Isabel Allende, sería una estupidez de mi parte.

¿Por qué? Allende, a quien admiro, cuenta con 75 millones de ejemplares vendidos y obras que han sido traducidas a 42 idiomas, según Wikipedia.

¿Qué te quiero decir? Que las comparaciones son odiosas, aunque a veces, inevitables, pero que a todo lo que te pasa por tu cabeza y por tu corazón, hay que tamizarlo y ponerlo en perspectiva.

Allende es la escritora viva más leída. ¿No te resulta desproporcionada la comparación? Ella inicia una obra cada 8 de enero, encendiendo una velita en su casona en California, mientras mis condiciones de producción literaria son bastante distintas. Conclusión: compárate con tu yo de hace cinco años, no con otra persona, y menos aún, con alguien consagrado en un rubro en el que recién te inicias.

Entonces, ¿existe el síndrome del impostor? Sí, pero no es lo que te frena a escribir. Es algo que te dices para procrastinar (otra palabra muy de moda y llena de culpita), esquivando el bulto que, seguramente, sea tu deseo de escribir una historia.

El deseo de escribir supone sacrificios, cambios y también una exposición, por lo que es normal que te frenes. Es tu inconsciente que te protege para que no sufras ni te des la cabeza contra la pared. Pero ¿sabes qué? No conozco a nadie que haya triunfado en lo suyo sin haber roto algunos moldes y mandatos; sin haberse caído al menos un par de veces.

No te cuentes más historias para adentro. Empieza a escribir de una vez para poder contar tus historias al mundo. Al afuera. Es tu momento. No pierdas un minuto.

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