La frase del título pertenece al gran psiquiatra español Enrique Rojas. A propósito de ella, tomando un cafecito por ahí, leí en uno de sus libros: El argumento es el tejido que sostiene la vida y que cada uno determina según sus preferencias y aptitudes. Que la vida carezca de argumento implica que no tiene motivos de ser, que no existen razones para seguir adelante. En ese caso, todo es un afán inútil y la existencia se convierte en vida vegetativa, vacía, hueca. De ahí que cada vida necesite tener un tema, una especie de guion de los planes previamente diseñados.
Me parece una idea genial que se aplica al oficio de escribir. Antes del deseo de trascender escribiendo algo, es importantísimo que esa historia, relato o compilado de ideas tenga un por qué. La escritura es, a mi parecer, un oficio, como el del zapatero o el del herrero. Lleva su tiempo, supone un proceso y, desde el comienzo, es fundamental que se tenga al menos una idea del resultado final, a sabiendas de que, en el medio, pueden ocurrir cosas.
Hay que tener un por qué escribir. Un para qué. ¡Un mensaje! Una idea-motora que te lleve a avanzar y dé sentido a cada página.
Hay libros con títulos fenomenales, con una sinopsis en la contratapa que te hace comprarlo a la primera y luego, al leerlos, no encuentras el argumento. No tienen un hilo o una trama previamente diseñada y, como las vidas a las que alude Enrique Rojas, se terminan convirtiendo en historias vacías y huecas.
Por eso, si tienes ganas de poner en palabras un mensaje, lo primero que te aconsejo es que conectes emocionalmente con el “qué quiero decir” y los “por qué” o “para qué”. Si tienes claro eso, vas a encontrar los recursos y herramientas para llevar tu historia a buen puerto, que para ti será la publicación a través de un sello editorial conocido y para tu vecina un simple PDF destinado a un par de amigos y conocidos. Cada cual sabe lo que desea hacer con su historia.
Tú, ¿tienes clara tu idea-motora?